25 ago 2009

Treinta y trés

Este 23 de agosto, inesperadamente, fue un dia harto memorable para mi por razones variopintas. Por ejemplo, justo una semana antes cumplí 33, felices debo decir, años. Parece que fue ayer...

Justo el 23 de agosto hace un mes de que nos robaron el coche -y la laptop, el celular, las cosas de Clau, el iPod, la cartera, el dinero del depto y la poquísima esperanza que nos quedaba. En los primeros días de rabia, pensé en escribir a diario en este blog la miseria que implica visitar 4 veces el MiniHisterio Público, pelearse con el ya-no-tan-amable seguro, recuperar todos los documentos, credenciales, comprar las cosas que traíamos.... pero ni tiempo tuve. Anímicamente estamos recuperados, gracias; pero es terrible darte cuenta que estamos solos allá afuera.

Justo el 23 de agosto también, hace 10 años, comencé a trabajar "en el medio" comuni-publici-mercadológico. ¿Lo mejor? La gente. Lo peor... igual. Lo demás es un trabajo como cualquiera, aunque sospecho que un poco más matado y divertido.

Justo el 23 de agosto, hace 13 años, organizamos en mi casa una fiestecilla para mi sobrino, que cumplía 1 añito en medio de una pequeña tragedia familiar. No sé por qué, pero casi puedo ver su carita, su pastelito, mi madre organizando a sus nuevos amiguitos cantando las mañanitas. Se me mezcla ese recuerdo con una foto perdida, de mi propio primer cumpleaños.

Total, que raramente me puse a recordar y quise compartirlo con los pocos lectores.
Otra vez, el blog como diván; muchas gracias por la consulta.

24 ago 2009

Solos, allá afuera

Llegan dos tipos y olímpicamente nos quitan un montón de cosas a Clau y a mi -afortunadamente, casi todas recuperables con el cochino dinero. Quince segundos bastaron para ingresar a la estadística de robo con violencia en la ciudad. A un mes de distancia, todavía no decido bien pero casi estoy seguro: lo peor de que te roben es darte cuenta que, como ciudadano, estás completamente solo allá afuera.

Ir al ministerio público y darte cuenta que a nadie le interesa lo que te robaron y nadie hace nada por buscarlo -mientras llenaba mi declaración, se me acerca el MP y me dice con fastidio: "¿Para qué pone dinero en efectivo entre los objetos robados? ¡Sólo ponga lo que va a poder reclamar!".

Ir al módulo de policía local y que el oficial comience diciendo: "No, si yo no estaba ese día de turno..." y termine recomendándote, entre afectivo y reclamo: "Pero es que cuídese, joven..."

Solos allá afuera, en la calle mugrienta y sin luz. Confiados en la buena voluntad de la gente. Seas quien seas, estás expuesto a que cualquiera pueda robarte, matarte, etceterearte, y lo más seguro es que nunca nadie haga nada por ti -y mucho menos justicia, wathever that means.

No vivo en miedo permanente, al menos no todavía; por lo que vi y oí en el MP, la verdad es que tuvimos suerte. Pero ahora vivo con la espantosa conciencia de que estamos solos.

Y esto no puede, no debería ser así.