25 oct 2009
Silencio
6 oct 2009
Me persigue su voz
Pero ahora resulta que cuando leo uno de sus libros, inmediatamente comienzo a oir su voz en mi cabeza. No hay remedio. Es como si al mismo tiempo Julio leyera en voz alta, con su español que tiene la erre como gé.
Y no está mal; la verdad es que tiene buen ritmo. Pero está un poco de locos que, cuando empiezo a leer "Aplastamiento de las gotas", por ejemplo, la voz de Julio comience a perseguirme. Hagan ustedes mismos la prueba.
Primero den click en este link. Una vez que haya cargado, comiencen a leer simultáneamente
Y ahora traten de leer cualquier otro texto de Julio. Verán que, aunque ya no estén oyendo la lectura, la voz los perseguirá -como a mi.Yo no sé, mira, es terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo, afuera tupido y gris, aquí contra el balcón con goterones cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro, qué hastío.
Ahora aparece una gotita en lo alto del marco de la ventana; se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a caer y no se cae, todavía no se cae. Está prendida con todas las uñas, no quiere caerse y se la ve que se agarra con los dientes, mientras le crece la barriga; ya es una gotaza que cuelga majestuosa, y de pronto zup, ahí va, plaf, deshecha, nada, una viscosidad en el mármol.
Pero las hay que se suicidan y se entregan enseguida, brotan en el marco y ahí mismo se tiran; me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse. Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adiós gotas. Adiós.
PD. Si se les hace que ya habían leido antes "El aplastamiento de las gotas", es cierto. Venía en el libro de segundo de primaria.
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Hace un rato que no le cuento a nadie de mis gustos, ni mucho menos comparto fotos en reuniones, ni juego juegos de mesa, contesto chismógrafos o mando telegramas para decir qué estoy haciendo. Tampoco publico nada en mi propia revista. El Internet -y el miedo a lo desconocido- te convierte en un antisocial offline.