Ando con flojera hasta de globbear -es decir, bloggear, pero me gusta más invirtiendo las consonantes. Pos ahi va, a ver qué sale.
Nostán ustedes para saberlo, pero trabajo en una de "las empresas de medios más grandes de México". Y aquí, como en toda oficina que aspire a ser "una de las más ..." en algo, es imposible lograr que alguien trabaje eficientemente. Claro, siempre y cuando no seas el Licenciado.
Suena el teléfono: "Llamo de parte del licenciado Manubrio" (lo de Manubrio me lo robé de Ibargüengoitia). Y con ese charolazo, el interpelado está o-b-l-i-g-a-d-o a hacer lo que le piden -no sea cosa de quedar mal con Manubrito.
Ahora, si el interpelado tiene un licenciado con más ínfulas al cual recurrir, contesta con orgullo: "Me encantaría ayudarte, pero estoy cumpliendo un encargo urgente del licenciado Comino". Con ese combo breaker elimina la tarea, confunde a su interpelador y puede dedicarse plácidamente a subir sus fotos en el maispeis.
Así, en las oficinas impera siempre la razón del Licenciado -aunque él a veces nunca se entere de los berenjenales que provoca. Si tú, amigo oficinista novato, tienes la ilusión de que la eficiencia es el mejor camino para ascender, olvida ya el asunto y dedícate a esperar pacientemente la hora de la salida.
Ah, y olvídate también de esa tontería de trabajar. Así nunca llegarás a ser el Licenciado.
22 jun 2007
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